Desde hace algún tiempo tenemos en la lista de lugares por visitar uno que dice PLAYA. No habíamos tenido el tiempo suficiente y siempre se nos cruzaba una u otra cosa; pero esta vez no nos dejamos. Aprovechando que nos encontramos unos boletos a muy buen precio decidimos comprar un vuelo a Huatulco y desde ahí organizar el viaje. Reservamos sólo dos noches (ni siquiera eran las primeras) y llegamos con el celular en la mano para buscar hotel. Para nuestra suerte Huatulco vive del turismo y es relativamente fácil moverte y encontrar hotel; la temporada alta había pasado y había lugares de sobra. Tomamos un taxi compartido que salió bastante caro de cualquier manera y nos dirigimos a la ciudad. Llegamos a nuestro hotel por las siguientes dos noches, nos cambiamos y fuimos a conocer la Playa Santa Cruz que estaba más llena que Acapulco en sus buenas épocas. Aprovechamos la poca luz que quedaba y regresamos al hotel a descansar.
El siguiente día pasó por nosotros una camioneta para llevarnos al puerto de Huatulco desde donde tomamos una embarcación (Tequila) que nos llevó junto con un pequeño mundo de personas a recorrer las bahías de Huatulco. Lo bueno de este tipo de recorridos es que hacen varias escalas y es una manera relativamente barato y en sardina de conocer lugares. Comenzamos recorriendo la costa hacia la Playa de Tangolunda para regresar hasta la Bahía del Órgano y hacer un poco de Snorkel. Ese fue el momento perfecto para separarnos un poco del grupo y sentir que la playa era casi para nosotros solos. Desde ahí comenzamos nuestro trayecto en el barco microbusero rumbo a la playa El Maguey donde hay un sinfín de restaurantes donde comer. Nosotros nos deboramos un plato de camarones entre los dos y con trabajos pudimos terminar. Por nuestras bonitas caras conseguimos que mientras todos seguían comiendo una lancha nos llevara hasta la Bahía de Cacaluta a nadar un poco y tomar algunas fotos y video. A nuestro regreso tuvimos que alcanzar al Tequila a medio camino y saltar desde la lancha para poder regresar. Realmente no fue tan intrépido como suena pero si una buena aventura. Llegamos cerca del anochecer y decidimos ir al hotel a pedir comida típica de otro país (pizza) y descansar un poco.
Nuestro último día en Huatulco lo aprovechamos caminando la playa de Tangolunda y colándonos en un hotel para no tener que dar una vuelta gigante hasta la entrada pública. Por suerte nadie se dio cuenta, pero si lo hacían el peor de los escenarios es que nos corrieran y de cualquier manera ya nos íbamos. Aprovechamos el medio día pasa salir a Puerto Ángel donde nuestra aventura sigue…
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