Algunas veces en esta vida nos agobia el trabajo, pero hace unas semanas decidí dejar todas las cosas para acampar en la cajuela de la camioneta desde el viernes, marcar algunos puntos interesantes en el GPS y dormirme temprano un viernes por la noche. El siguiente día como muy seguido para tuve que ir a trabajar un sábado. Salí tarde de todo lo que tenía que hacer pero ya estaba preparado y emprendí mi camino a un lugar que había visto en muchas páginas de bloggers de viajes; El Ocotal. Realmente se llama “Parque Estatal el Ocotal” y se encuentra a unos pocos kilómetros de Atlacomulco, y aunque pareciera que llegar es fácil (y si lo es) yo me volví a perder de la manera más absurda. Por eso llegue acompañado al parque, desgraciadamente llegué acompañado del atardecer y muy poco tiempo para armar la casa de campaña y armar una pequeña fogata para calentar agua.
Recorrí el lugar con prisa hasta decidir que el mejor lugar era la Zona 8 pues al ser la más retirada estaba mucho más tranquila. Como primera actividad colgué la hamaca entre dos árboles, total si todo fallaba podía dormir ahí. Después armé la casa de campaña y comencé a juntar piedras y troncos pequeños para la fogata. Al poco tiempo todo estaba oscuro y tras calentar un poco de agua para café me recosté en la hamaca a leer. Durante la noche pasaron más de tres veces los guardias de seguridad a revisar a todos los que estábamos ahí, para alguien que comienza a acampar este lugar ayuda a tranquilizar.
La siguiente mañana el frío en los pies sacó lo pero de mi y a las 7 de la mañana salí a prender la camionera y la calefacción. Para no sentirme tan ridículo después de 15 minutos salí a empacar todo pues era hora de caminar. Subí todo de nuevo a la cajuela y emprendí mi caminata con una cámara y una botella de agua. Todo comenzó como una expedición a lo que consideraba la parte más alta del lugar y después pasar a ver el “lago” que para mi desgracia estaba seco pues se encontraban en proceso de desasolvarlo. De ahí siguió mi caminata hasta el hotel donde pude conoce algunos de los cuartos que rentan. Y entre camino y camino terminé tomando fotografías de pájaros, aunque la verdad es que soy una burla pues todos mis movimientos los espantaban.
Llegué hasta la camioneta y estaba a punto de salir de regreso a casa cuando descbrí que había pasado por un zoológico y no había entrado. Como es costumbre, los zoologicos me causan emoción y tristeza y con esta mezcla de sentimientos me animé a entrar a conocer. Los animales están relativamente en buen estado aunque a mi cualquier tamaño de jaula me parece pequeña y los niños gritando a los tigres no es mi manera más alegre de pasar el día, apresuré el paso y salí pasada la hora de la comida. El camino de regreso fue muy relajante pues ya no me perdí y ese tramo de carretera se está volviendo muy recurrente en mis viajes.
Leave a Reply