Saliendo de la Ciudad de México a unas horas solamente recomendables para los que evitamos el hoy no circula emprendimos nuestro camino a una viaje mágico en Oaxaca. Nuestro primer objetivo, si es que aún lo podíamos lograr era ver el amanecer desde la carretera que se encuentra pasando Tehuacan, Puebla. Desafortunadamente llegamos tarde y el amanecer no fue lo que esperábamos y una gran capa de nubes bajas tapó un poco nuestra visibilidad. Pero nuestro camino continuaba y llegamos a conocer el árbol del Tule apenas entrada la mañana. Pasamos a desayunar al mercado y caminamos un poco por el lugar, la fila para entrar parecía eterna y decidimos aprovechar nuestro tiempo en algo que nos parecía más interesante y seguimos hasta Mitla.
Llegando a Mitla dejamos todas nuestras cosas guardadas y rápidamente salimos a caminar y estirar los pies. El lugar es impresionante pues lo primero que hay es un muy pequeño museo con unas explicaciones muy básicas, pero después todo es un tanto surreal. El lugar es un sitio arqueológico, con su iglesia católica y su mercado de artesanías, todo en uno y casi sin divisiones. Aprovechamos la vuelta para comer un helado y regresar antes de seguir con nuestro camino entre las pirámides y centro religiosos.
Saliendo de Mitla prendimos nuestro siempre fiel celular para guiarnos rumbo a Hierve el Agua. Como ya se está volviendo costumbre en lugares no tan transitados nos mandó a una calle cerrada. Entre ir y venir sobre un puente decidimos seguir a un taxi que decía “Hierve el Agua – Mitla” y nos adentramos en un camino perdido de tierra.
Después de mucho subir y otro tanto de bajar por fin llegamos a Hierve el Agua y muy pronto nos dimos cuenta que estaba demasiado lleno como para poder apreciarlo bien. Aprovechamos esa tarde para caminar un poco por el lugar y comer en uno de los tantos puestos de tlayudas y micheladas que encontramos. Después salimos del parque a comprar un poco de comida para la cena y el desayuno y regresamos a acampar.
Nuestra acampada consistió principalmente en dejar guardada la casa de campaña e inflar nuestro colchón en la parte trasera de la camioneta. Sorprendentemente dos personas pueden dormir incómodamente en una CRV vieja sin necesidad de quitar los asientos. Nos quedamos dormidos jugando cartas y a las 5 de la mañana sonó nuestra alarma para salir a buscar algunas fotos del cielo estrellado y el amanecer. Para nuestra desgracia no hubo nubes que pintaran el cielo de los mil tonos de amarillo, pero si hubo espacio para tomar fotos y disfrutar del lugar antes de que se llenara de gente.
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