En nuestro segundo día de viaje por Oaxaca decidimos visitar probablemente el sitio arqueológico más famoso del estado “Monte Alban”. Desayunamos un desayuno de campistas y metimos todo a la camioneta para seguir con nuestro camino. Esta vez si nos regresamos por el camino turista y nos encontramos con que nos habíamos ahorrado una caseta y un cobro de acceso a la comunidad. El camino hasta Oaxaca fue sin ningún problema, pero una vez entrando a la ciudad comenzaron las calles cerradas y las desviaciones. Terminamos subiendo a Monte Alban por algo que parecía la carretera vieja pues solo tenía un carril compartido para subir y bajar.
A nuestra llegada a Monte Alban decidimos que lo más importante para nosotros era tener unos sombreros ridículamente gigantes que nos cubrieron del Sol. Compramos los más grandes que vimos y entramos a la zona arqueológica. Por suerte es un lugar bastante compacto en el cual no es necesario caminar durante largas distancias para llegar a las distintas construcciones. Por suerte hay un mapa del lugar a la entrada, lo que más nos interesaba era ver el edificio J (fue la torre autonómica) y el edificio M que es uno de los que se encuentra en mejor estado. Fuimos a ver las piedras de los Danzantes y entre gotas de sudor y emoción terminamos nuestro recorrido justo a tiempo para ir a visitar San Agustín Etla, donde nos dijeron nos encontraríamos a muchos artesanos.
El camino no es difícil pero está muy mal señalizado y durante todo el trayecto nos sentimos perdidos. Cuando por fin vimos otro carro de personas que parecían viajeros decidimos entrar a la calle de la que ellos salían. No nos equivocamos pues siguiendo esta calle llegamos hasta la Fábrica de Papel Artesanal. Para nuestra mala suerte ya estaba cerrada y dejando estacionada la camioneta seguimos a pie. El camino te lleva hasta el Centro de las Artes de San Agustin (C.A.S.A.) fundado por Francisco Toledo para la formación, creación y experimentación artística.
Para nuestra mala suerte era temporada de vacaciones y ese día no se impartían cursos ni había muchas personas trabajando. Esto resultó ser bueno y malo pues por un lado teníamos el lugar para nosotros solos y una quinceañera, pero al mismo tiempo no estaban abiertos los talleres. Por suerte la exposición textil estaba abierta al público y pudimos recorrerla con una tranquilidad que solo se respira en los pueblos de Oaxaca. Salimos de C.A.S.A por lo que debería ser la entrada, una gran plaza que da a la iglesia central que se encuentra en remodelación.
Regresamos a nuestra camioneta exhaustos y emprendimos camino rumbo a la ciudad de Oaxaca, pero no manejamos más de 5 minutos sin antes pararnos a comer en uno de los varios lugares en el camino. Con parte de nuestra energía recuperada emprendimos camino a nuestro hotel (Hostal Hacienda la Nora) donde por fin podríamos dormir en una cama y descansar como debe ser.
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