Casarse está de moda y todos lo están haciendo, o tal vez solo sea que a esta edad es cuando todos nuestros amigos comienzan a casarse. Pues aprovechando las vueltas que damos para ir a celebrar, bien podemos aprovechar para conocer diferentes lugares. Esta vez nos tocó San Miguel de Allende y decidimos aprovechar lo mejor que pudimos para dar una vuelta por ahí.
Llegamos desde el viernes en la noche después de muchas complicaciones en nuestro viaje, pero así tendríamos todo el sábado antes de la boda para caminar por el centro. Después de dejar nuestras cosas en el hotel salimos al centro a tomar algo en el Limerick, un bar que ha durado muchos años y tiene un atractivo raro que no pudimos evitar. Sin querer queriendo se nos pasó la noche ahí y llegamos ya muy tarde a dormir por lo que el siguiente día sólo pudimos levantarnos a acompañar a la familia a desayunar (pasado medio día) y arreglarnos para la boda.
Como siempre, las bodas son divertidas por sí mismas y no necesitan de estar conociendo otros lugares porque dentro de la boda te llevan a Iglesias (en este caso la Parroquia de San Miguel) y a conocer haciendas (Rancho las Sabinas). La fiesta fue todo un éxito, y nuestra estancia en La Casita de las Flores hizo que recuperáramos gran parte de nuestras energías para salir a caminar el siguiente día por el centro y pasar por un desayuno muy merecido.
La siguiente vez creemos que recorreremos el centro antes de la boda así el domingo solo lo dedicaremos a desayunar y descansar, descansar, descansar…
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