Catedral y Media

Poco a poco se sentía la despedida acercarse a mi. Yo no quería tener que salir de la Huasteca Potosina y me hubiera encantado dedicar un mes a seguir buscando cascadas y grutas y aguas de todos los azules y verdes imaginables. Despertar en un lugar conocido me permitió descansar, pues aun cuando siempre hay grupos en la Aldea, uno puede tomarse la vida con la tranquilidad que necesite. Pasé gran parte de la mañana intentando marcar un teléfono que me proporcionaron los de la Aldea pues era un buzo de la Media Luna que podía rentarme el equipo y darme unas clases para poder bajar al manantial. Por suerte no me contestó y tuve que buscar a alguien en google, el resultado fue maravilloso. Si uno escribe “buceo media luna” en su celular, lo primero que aparece es la escuela de buceo de Ossiel.

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Al llegar ahí me recibieron como si me estuviera esperando desde hace tiempo (había marcado 15 min antes de llegar). Viajar solo es muy divertido, pero para cuestiones como esta los grupos más pequeños son de dos personas y yo tuve que esperar sentado en una banquita durante un buen rato a que llegaran más personas para completar el grupo de salida. Por suerte una hora después llegó una pareja de alemanes muy simpáticos que hablaban muy poco español. Las clases comenzaron y me di cuenta que ella parecía tener mucha más idea que su novio y yo de lo que estaban hablando (después me enteré que ella ya había tomado varias clases de buceo).

Pocos lugares tan bien organizados, después de la parte teórica del curso ya estaban nuestros equipos montados esperando a la parte práctica aún en la tienda de Ossiel. Cuando terminamos se subieron todas las cosas a las camionetas y manejamos hasta llegar a la Media Luna. Ahí pagamos nuestro pase de buceo que fueron 80 pesos y que se pagan adicionales a todo lo demás. Nos tardamos más en llegar caminando que en lo que Ossiel y su esposa nos tenían todo listo para colocarnos el equipo.

Sumergirnos poco a poco es parte de la experiencia, los primeros ejercicios son a una profundidad de no más de dos metros y te ayudan a tener confianza y a quitarte esa espinita de claustrofobia que creo que todos sentimos (mínimo yo si me sentía encerrado en mi máscara). Pero el recorrido es increíble, uno siente que no hay fin a la diversión más que el dolor de oído por no saber compensar el cambio de presión. Pero es sumamente recomendable, dura aproximadamente 30 minutos que pasan volando y dejan con las ganas de volver e intentarlo de nuevo otro día.

Terminando todo nos ofrecieron algo de comer y empacaron las cosas, me recomendaron el mejor lugar para acampar en la Media Luna, ese que está tan alejado de todos que parece que estás en otro lugar. Ese día parecía que había fiesta de campamento y que todos estaban inscritos en un concurso de quien podía hacer más ruido.

Gruta de la Catedral
A la mañana siguiente parecía campo de batalla, todos dormidos donde habían encontrado lugar pues las casas de campaña no eran suficientes. Algunos habían logrado llegar hasta las mesas de cemento, pero otros sólo estaban cerca de lo que parecía una fogata pasada a mejor vida. Salí lo más rápido que pude y subí todo al carro, Ossiel me había contado de un lugar con una grutas impresionantes que tenía que conocer, a falta de unas indicaciones más específicas emprendí camino a lo desconocido, pues tenía que llegar a Querétaro no después de las 4 de la tarde.

En la carretera se podían ver algunos letreros que anunciaban las Grutas de la Catedral, y siguiendo esas indicaciones San José de las Flores donde volví a pedir indicaciones y un viejito me dijo que solo tenía que rodear el monte, que si no tuviera tantas cosas que hacer él me acompañaba. Entonces seguí y seguí y seguí hasta llegar a un pequeño pueblo donde estaba la entrada al parque y las grutas. Después de esperar un rato salió una niña a abrirme el portón y dejarme entrar. El camino al interior estaba más descuidado y decidí dejar el carro en un mirador que había y caminar 15 min hasta la entrada a la gruta de la Catedral. Como había llegado muy temprano aún no llegaba ningún guía y pude recorrer la gruta de la Catedral con ayuda del velador de las grutas que duerme en un colchón en una esquina de la entrada.

Cuando llegó mi guía prendimos las luces de la Catedral, las cuales me imagino en otro momento iluminaron de una manera sorprendente todo el lugar, ese día la mitad estaban fundidas y otras tantas apuntaban a lugares que no deberían. El espectáculo es impresionante aunque no existan luces y la cámara no pueda enseñar lo que es estar ahí dentro. Más tarde fuimos a la gruta del Ángel a la cual es mucho más difícil acceder y te tienes que arrastrar en varios puntos. Mi guía no estaba muy emocionado de llevarme pero yo si tenía muchas ganas de conocer, ahí dentro hay una oscuridad absoluta y un silencio que se siente.

Gruta del Angel
Para mi mala suerte la gruta de los Cristales (que había sido descubierta un año antes) se encontraba cerrada y la única persona que tenía las llaves estaba cuidando las vacas de un amigo suyo. Por más que lo busqué y fui hasta su casa no logré encontrarlo. Tenía que regresar a Querétaro y mi viaje había terminado. Con un poco de tristeza y muchos recuerdos de todos colores encamine hacia la autopista que conecta centro y norte de nuestro país para regresar a Querétaro.

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