Despertar temprano para ir a ver cascadas no es ningún problema, el problema es esperar a que la casa de campaña se seque un poco para poderla guardar sin que termine llena de hongos. Entre esa espera y la del niño que prometió llevarme a conocer cascadas, se me hizo bastante tarde para salir de Xilitla con rumbo a Ciudad Valles. La carretera empezó muy bien, llena de curvas y hermosas vistas pero terminó en rectas llenas de camiones de caña viajando a velocidades sorprendentemente bajas. El destino era claro, tenía que llegar a la Aldea Huasteca para utilizarlo como centro y desde ahí comenzar el día que planteaba ser uno de los más llenos de cascadas.
Llegando a la Aldea me encontré con el dueño que era de los pocos que había ese día trabajando pues no tenían grupos grandes. Él le habló a Emanuel para que me llevara a saltar las Cascadas de Micos. Recorrer un lugar saltando desde sus cascadas es impresionante porque puedes ver cada una de ellas desde arriba y desde abajo y entender la continuidad entre todas ellas. Subimos en auto hasta donde pudimos y desde ahí bajamos muchos escalones hasta llegar al punto de comienzo de recorrido a saltos.
Las cascadas de Micos son una serie de cascadas, donde los guías llaman a la primera “La Prueba” pues si no te puedes aventar de ella por miedo aún puedes regresar caminando por donde viniste. Por suerte mi miedo a las alturas no es tanto como para evitar aventarme de una cascada tras otra, mientras platicaba de la vida en Ciudad Valles con Emanuel.
Casi lo puedo recordar como la parte más emocionante del día cuando Emanuel mencionó que había llevado a un amigo de él a conocer la cascada de Minas Viejas unos años antes y que él había salido muy contento con la vista. En cuanto saltamos la última cascada comenzamos a subir por el costado de la montaña hacía la carretara, donde sorprendentemente estábamos aun bastante cerca del auto. Regresé a Emanuel cerca de su casa y continué por el camino que me marcó parando una vez en una tienda por agua para confirmar el camino que llevaba. Como el camino era tan largo hice varias paradas para cerciorarme que seguía el camino adecuado pues la inseguridad y la falta de indicaciones me ganaba, después de salir de la carretera principal llegué a un anuncio que hizo que recuperara la confianza del camino.
La llegada a la Cascada de Minas Viejas fue emocionante en partes, primero la gran desviación de la carretera, después llegar hasta el estacionamiento y finalmente las escaleras que te llevan hasta la parte baja de la cascada y al final poder ver la inmensidad que ocupaba. Aproveché que el lugar estaba casi solo para caminar por todas partes, tienen un área para acampar muy cerca de la cascada que está perfecta para unas 5 casas de campaña junto con lugares para cocinar. Es el primer lugar que conozco que el área de campamento está integrada al resto del lugar.
Como el día no es infinito y aún quería conocer algunas cascadas más regresé al carro para ir en busca de la cascada del Salto y la Cascada del Meco. No había salido del camino secundario cuando vi a alguien cargando una mochila y caminando por uno de los caminos más desolados que me tocó manejar. Me orillé y me ofrecí a darle un aventón a la carretera principal, su nombre era Edgar y venía al igual que yo en un viaje de una semana. Cuando lo estaba dejando en la carretera principal para tomar un aventón de vuelta a Ciudad Valles le expliqué que yo quería encontrar la Cascada del Meco y el Salto e inmediatamente se ofreció a acompañarme. Como él ya había ido ese día a la cascada del Meco me pudo dar unas indicaciones muy precisas de como llegar.
La cascada es gigante pero solo se puede ver desde un mirador que no está muy bien hecho o dentro de un restaurante bastante bonito que tiene un buen mirador desde el cual se pueden tomar unas fotos parciales de la cascada.
Saliendo de la cascada del Meco buscamos la cascada del Salto, pero nos dijeron que estaba seca en esa época del año. Por lo que considerando que comenzaba a oscurecer decidimos seguir nuestro camino hasta la cascada de Micos y el lugar donde acamparía. Edgar decidió que el pasaría la noche en un hotel cercano para poder desde ahí visitar Micos pues no había ido y posteriormente visitar Puente de Dios. Nos despedimos y cada uno siguió su camino. Yo llegué a la Aldea y me acomode en el lugar que me dieron para armar mi casa de campaña y poder descansar la noche de corridito sin todos los percances de la noche anterior.
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