Despertarnos con tranquilidad y lentitud que es costumbre de CocoLoco, y nos dimos tiempo de intentar hacernos un café para empezar el día como se debe pero nuestra estufa nos abandonó y se quedó sin gas suficiente para calentar el agua. Ese día no hubo café del bueno sino hasta que pasamos a una cafetería en la carretera 180 de la costa hasta Papantla. Fue hasta divertido manejar esa carretera que es un poco monótona cuando vas pegado al mar y toma un poco de emoción después.
Al llegar a Papantla teníamos la idea de encontrar un hotel y un buen lugar donde comer. Lo primero fue intentar buscar un lugar donde pasar la noche pero después de una ardua búsqueda en el celular nos decidimos por un hotel que estaba catalogado como el mejor del lugar pero aun así tenía bastantes críticas negativas. Al intentar ir al centro de Papantla para ver el hotel nos topamos con que había más tráfico que en cualquier otro lugar del mundo y no sabíamos bien a dónde íbamos entonces dimos media vuelta y regresamos a la carretera. Sobre la carretera con una pequeña desviación llegaríamos al restaurante que habíamos seleccionado para comer. Cuando tomamos la primera desviación y nos mandó a un camino no tan bonito me sentí decepcionado. No queríamos aceptar que Papantla era el desastre que se veía venir.
Un par de vueltas después encontramos Nakú, que aparecía en las páginas que revisamos como uno de los mejores lugares para comer en Papantla, nuestra llegada se sintió rara, el estacionamiento estaba en otro terreno y la entrada no estaba del todo bien marcada. Una vez dentro todo cambió, era realmente un lugar muy acogedor lleno de personas comiendo. Todo el lugar era una gran palapa con una cocina escondida en el fondo. Pedimos de comer fue una gran espera pero la mejor comida que habíamos tenido en todo nuestro viaje.
Con el estomago lleno seguimos hasta llegar al Tajín, que para nuestra sorpresa parecía un gran mercado sin mucho orden y con mucho ruido. Al fin encontramos un lugar donde estacionarnos que pensamos que estaría cerca de la entrada y caminamos y caminamos hasta llegar. El clima no ayudaba mucho ya que seguía una lluvia muy ligera, de esas que si te descuidas acabas chorreando agua de la barba. Entrando al edificio nos sorprendió una fila que parecía interminable y una cantidad de gente que hacía parecer que regalaban cosas. Nos formamos y hasta después de un rato caímos en cuenta que era la fila para entrar al baño, sin que pareciera que nos habíamos equivocado nos fuimos saliendo hasta llegar a la caja y pagar nuestros boletos de entrada.
Un día nublado tiene su encanto para caminar por el Tajín, la sombra y la ligera briza de agua nos permitió caminar y caminar con la única preocupación de no mojarnos demasiado. La antigua capital del Impero Totonaca nos sorprendía a cada esquina. Al caminar por las construcciones parece que van apareciendo una detrás de otra hasta llegar a la Pirámide de los Nichos. Fotos había para tomar por todos lados, aquí dejamos algunas de las que más nos gustaron.
Después de un gran recorrido y que nos corrieran del lugar 3 veces decidimos salir por las buenas. Una vez guardaditos en el carro y a punto de salir compramos unas vainas de vainilla, que después nos enteramos eran mucho mejores y más baratas que las que se consiguen en la Ciudad de México. Con nuestras vainas guardadas decidimos emprender camino hasta la Gran Capital ya que Papantla no nos había emocionado como para buscar un hotel donde quedarnos. El camino de regreso fue largo pero la alegría de una semana conociendo cosas nuevas no se quita tan rápido, teníamos que planear nuestra siguiente salida aún. Esperamos y sea pronto, muy pronto.
2 Responses
Francisco Guerra
Que bonito viaje y que bueno que lo pudieron hacer juntos son experiencias imborrables, espero la proxima entrega
AAG
Valió muchísimo la pena, gracias por acompañarnos la primera parte. Estamos esperando el del Norte.