Pensando que la costa estaba cerca y encontraríamos muchos lugares donde pasar la noche nos dirigimos a Costa Esmeralda en Veracruz. Al llegar el Sol ya se había ido y en plena oscuridad y con una señal de internet que dejaba mucho que desear buscamos un hotel donde pasar la noche, los gastos se empezaban a acumular y realizamos un esfuerzo por conseguir un hotel relativamente económico. Para nuestra mala suerte terminamos en un lugar que no era muy agradable a la vista, aunque por suerte estaba oscuro y no nos dimos cuenta hasta el siguiente día. De noche lo único que queríamos era descansar un poco y el siguiente día buscaríamos donde pasar unos días más.
La mañana fue triste, llovía un poco y el hotel realmente era un lugar sin sentimiento alguno. Subimos todo a nuestro fiel auto para esta travesía y fuimos desde el hotel que estaba en Casitas con rumbo a Nautla. No teníamos mucha idea como sería Nautla pero esperábamos que tuviera cajeros y muchos lugares donde comprar comida. Había un cajero y unas cuantas tiendas que nos vendieron provisiones. Llevábamos cargando con una casa de campaña desde el inicio de nuestro viaje y ya queríamos utilizarla.
Entramos y salimos de muchos lugares de campamento y hoteles hasta por fin decidirnos por CocoLoco, un lugar que parecía más interesante que el resto pues era más acogedor. También tenían un techo y una barra que podríamos usar para cubrirnos sólo si es que este alguna vez salía. Mientras nos instalábamos conocimos a Carlos, que venía de algún lugar del norte nos decía que se dirigía al Cancún. Por alguna razón había hecho escala en CocoLoco y Martín el dueño le dejó quedarse en un viejo RV a cambio de que trabajara ahí.
El primer día compramos cervezas y pasamos la tarde sentados pensando que el clima mejoraría y podríamos entrar al mar. Las cervezas pasaron y el clima no mejoró, por suerte entre trago y trago de cerveza Carlos iba recolectando madera para hacer una pequeña fogata del fin de año. Hicimos una cena bastante sencilla de fin de año de pasta en una estufita de campamento. Como no teníamos mucho que ponerle usamos salsa de tomate y chipotle. La cena dejó mucho que desear pero empezamos el año como esperábamos, acampando en una playa de México.
A media noche llegó Martín con globos de cantoya para todos los que nos hospedábamos en el lugar. Muy emocionado nos ayudaba a encenderlos y ver como se alejaban antes de perderse de vista. Fue una muy bonita noche, se vieron algunos cuetes a lo lejos y pudimos disfrutar sentados mientras el mar se llevaba un año terminado y golpeado entre sus olas para traernos uno nuevo para volver a comenzar.
Año nuevo y mismo clima, a la mañana siguiente pudimos caminar durante un rato a la orilla del mar que nos prometían que en otra época del año era color Esmeralda, pero en ese momento sólo era un azul turbio para nosotros que no apetecía mucho entrar. Llegando el medio día comenzó a llover un poco más y nos resguardamos en nuestra muy pequeña casa de campaña. Pasamos ahí casi la mitad del día con algunas salidas esporádicas para estirarnos y asomarnos por la ventana un poco. Así no llegó la noche que nos dio un descanso del agua y nos permitió salir a hacer un poco de café para calentarnos e irnos a acostar tranquilos.
Sigue el último día de nuestro viaje a Puebla y Veracruz en “Creo que no dormiremos aquí”
2 Responses
Carlos
Gris o esmeralda, ¡fue una original forma de terminar el año!
AAG
Se suponía que todo era Esmeralda, pero el clima lo volvió todo gris.