Mejor entramos

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Perdiendo el tiempo en el celular me encontré con una fotografía publicada en el Instagram de México Desconocido de un lugar que se veía bastante bonito. La fotografía era de San Felipe de los Alzati, un sitio arqueológico ubicado cerca de Zitacuaro. La verdad cada vez soy una pisca más organizado y esta vez busqué en Google Earth el lugar para determinar si me convenía llegar lo más temprano posible o en la tarde para aprovechar la luz, ya que hay algunos sitios arqueológicos que están orientados de maneras particulares. La información que encontré no me sirvió de nada y fuimos temprano por la mañana.

Esta vez la organización fue mucho más precisa que otras veces, planeamos estar ahí a las 10 de la mañana pues se suponía era la obra que abrían y llegamos 5 minutos antes. Después de esperar más de 20 min y en vista de que la puerta estaba abierta y nadie llegaba a cobrarnos decidimos entrar. Pensamos que podríamos pagar de salida y nada pasaría. Durante nuestra estancia ahí llegaron otras personas pero a nadie nos cobraron nada pues no había nadie cuidando el sitio.

Una vez dentro nos encontramos con muy buenas señalizaciones y el lugar bastante limpio y ordenado, se siente como un sitio arqueológico muy compacto, realmente solo hay un templo principal con un templo adjunto. Detrás del templo adjunto se encuentra el área residencial, que al igual que casi todas las que he visitado sólo tiene muros de un metro de altura y no se puede distinguir mucho más de la distribución que tuvo en algún momento.

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La cara del templo principal que mejor se puede observar es la cara poniente, de donde se ven la mayoría de las fotografías. Comparte una plaza con el templo que se encuentra al Norte y desde ella se puede observar parte de este conjunto. La curiosidad me ganó y decidí bajar 80 escalones a la parte más baja del terreno para ver si se podía observar algo más. Después de caminar un rato por entre las veredas que había descubrí que me había salido del sitio arqueológico y una malla ciclónica evitaba que pudiera volver. No tuve otra opción más que seguir caminando hasta rodear la malla y aparecer de nuevo dentro llegando por detrás de la zona residencial. El sitio está poco excavado y no hay mucho más que se pueda observar.

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Se puede subir al templo principal y desde ahí tener una vista panorámica del Valle que se encuentra frente. La parte Oriente de este templo (que se observa desde la entrada) está poco rescatada. Llegando a la parte más alta subió alguien que parecía ser del lugar a pedirnos un cigarro, pero fue tan insistente que decidimos seguir nuestro camino y bajar por el lado sur de la construcción que tiene unas escalinatas no ortogonales que resultan algo curiosas. En la parte más baja hay un camino que te permite rodear y escapar del señor que pide cigarros con relativa facilidad. Y así, huyendo de la insistencia salimos del sitio, donde nadie había a quien pagarle. Nos quedamos con la duda si el costo de entrada era de un cigarro por persona, y realmente nos fuimos sin pagar.

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En el camino de regreso paramos en unas quesadillas gigantes que hicieron que comiéramos de más y a medio camino tuvimos que orillarnos para tomar una pequeña siesta y poder seguir con el camino a casa. Quedaron ganas de volver de tarde, donde la iluminación de las construcciones seguramente será mejor.

 

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